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60th IFLA General Conference - Conference Proceedings - August 21-27, 1994

La Cooperación Regional para el Desarrollo Social, Cultural y Bibliotecario

Saray Córdoba González


ABSTRACT

Las bibliotecas públicas en los países en desarrollo han demostrado que se encuentran casi siempre en el último lugar de la lista de prioridades de los gobiernos. Partiendo de esta realidad, se trata de explicar teóricamente aquí, las causas de esta situación, utilizando para ello la teoría del Estado y los aportes de algunos autores latinoamerica nos, para concluir que éstas son aparatos ideológicos del Estado sin valor relativo.


PAPER

La participación del Estado en el desarrollo de las bibliotecas públicas y de la sociedad

INTRODUCCION

La biblioteca pública, dentro de un contexto de subdesarrollo, se mantiene como una institución aislada de los intereses de la población, a pesar de todos los esfuerzos que se hagan individualmente por evitarlo. En esta exposición se pretende analizar este problema a la luz de la teoría del Estado, tratando de explicar las causas que generan esta situació n. ¿Por qué la biblioteca pública debe ser sostenida por el Estado? ¿Por qué la biblioteca pública se mantiene rezagada dentro de las prioridades de los gobiernos? ¿Es la biblioteca pública una institución?

La Biblioteca Pública y el Estado

La biblioteca pública ha sido definida, en su versión más actual, según se propone en la "Declaracion de Caracas"1 (Reunión..., 1982), con las siguientes funciones, entre otras:

  1. Asegurar a toda la población el libre acceso a la información en sus diferentes formas de presentación. Esta información debe ser amplia, actualizada y representativa de la suma de pensamientos e ideas del hombre y la expresión de su imaginación creativa, de tal manera que tanto el individuo como la comunidad, pueden situarse en su entorno histó ;rico, socioeconómico, político y cultural.
  2. Estimular la participación activa y efectiva de la población en la vida nacional, incrementando así el papel de la Biblioteca como instrumento facilitador de cambio social y de participación en la vida democrática.
  3. Promover el rescate, comprensión, difusión y defensa de la cultura nacional, autóctona y minoritaria para la afirmación de la identidad cultural y el conocimiento y respeto de otras culturas.
  4. Promover la formación de un lector crítico, selectivo y creativo desarrollando simultáneamente su motivación por la lectura y su habilidad de obtener experiencias gratificantes de tal actividad, capacitando así a cada individuo para jugar un papel activo en la sociedad.
  5. Apoyar la educación permanente en todos los niveles formal y no formal haciendo énfasis en la erradicacion del analfabetismo y en los servicios para niños, jóvenes neolectores y lectores impedidos social y físicamente.

Estos grandes objetivos expresan la voluntad de una mayoría de bibliotecarios acerca de lo que debe ser la biblioteca pública en nuestros países. Asimismo, definen con la amplitud necesaria, el concepto de biblioteca pública que la práctica ha demostrado que es viable. Se entiende así que la biblioteca pública es la que atiende a las personas de un a comunidad, jugando un papel en la educación no formal, de promoción de la lectura, de rescate cultural y otras que demanden las comunidades.

No obstante, es importante definir las diferentes acepciones de la biblioteca pública, según las modalidades que se presentan. En este sentido, hay dos términos que deben considerarse: la biblioteca de masas y la biblioteca popular. La primera ha sido definida por Krupskaya como un centro cultural vivo, que "trabaja con las masas, conociendo sus demandas, con habilidad para d irigir sus intereses hacia un punto determinado, despertar la iniciativa personal de los lectores, y realizar con ellos un gran trabajo de instrucción" (Krupskaya citado por Chubarian, 1981:109). En este caso, se enfoca la biblioteca de masas como un ente de apoyo al proceso político que el Gobierno Soviético en ese entonces había venido realizando con la misma orien tación que le dieron a otras instituciones igualmente abiertas al público.

En el caso de la biblioteca popular, ésta ha asumido una connotación propia en América Latina, a pesar de que el término ha sido utilizado en otras latitudes. Sin embargo, ha sido en Perú donde se ha definido su alcance, al ligarla a la educación popular, en experiencias totalmente novedosas. Casali (1985:32) aclara que estas bibliotecas han nacido como r espuesta al vacío existente de bibliotecas oficiales, por lo que la población se dio a la tarea de crear bibliotecas en los barrios, como una forma de apoyar las acciones políticas que exige la educacion popular. De esta manera, se observa cómo la población busca otras alternativas a la ausencia de eficientes bibliotecas públicas.

Se puede observar que las bibliotecas públicas en América Latina y en general en el mundo en desarrollo cumplen fundamentalmente un papel de apoyo a la educación formal, a pesar de que la biblioteca constituye una institución educativa por excelencia, lo cual le impone a la biblioteca pública el deber de promover actividades de apoyo a la educación form al. Sin embargo, éstas deben constituir un estimulo al estudiante hacia una frecuente y permanente búsqueda del conocimiento, aunque no exista ningún vínculo con la escuela.

Sin embargo, dada la falta de buenas bibliotecas escolares en nuestro medio, la biblioteca ha tenido que sustituirla y ello ha sido institucionalizado, hasta tal punto que la mayoría de las personas llegan a creer que la biblioteca pública debe tener esa característica escolarizante. Alvaro Agudo (1984:5) en un estudio elaborado para la Unesco sobre la situación de las bibliotecas públicas en América Latina, destaca que "en una cuarta parte de las bibliotecas, los textos constituyen más del 50% de las colecciones (...) Estas bibliotecas pueden considerarse prácticamente, bibliotecas escolares fuera de la escuela".

De acuerdo con este estudio, se puede deducir que tal situación constituye un problema propio de los países en desarrollo, pues al no existir los recursos ni la prioridad necesarios para que las bibliotecas escolares brinden un eficiente servicio, las bibliotecas públicas se recargan esta función, obligadas por tales circunstancias.

Para Araújo (1985:110) la función social de la biblioteca pública estriba en el ofrecimiento de los programas de extensión y mejoramiento de la educación, en lo concerniente al desarrollo económico y social. Justifica tal afirmación en que la mayoría de la población no cuenta con los libros necesarios, ante lo cual la biblioteca debe actuar como órgano social, promoviendo la lectura como una forma de complementar la enseñanza académica.

Así, esta función social esta muy ligada a la educación, pues evidentemente la biblioteca pública es una institución educativa; sin embargo, ello no quiere decir que tenga que sustituir a la biblioteca escolar. La misma autora Araújo confirma las funciones educativas de la biblioteca, pero en el ambito no formal:

la necesidad de apoyar al neolector y de alfabetizar a los no lectores. También debe servir como centro de información, como centro de cultura local, depositaria del material escrito sobre la región (Ibid.:112)
Esta importante función social es aclarada por Páez (1992, p. 16) cuando dice que la vinculación que la biblioteca pública debe tener con la educación, ha de ser con el objetivo de que "ésta enriquezca el trabajo de nuestros pueblos, que facilite los procesos por los cuales el conocimiento se convierte en inteligencia". Así, la biblioteca pú blica debe formar ciudadanos que actúen y sólo así ésta dejará de ser "el adorno adicional del programa cultural en las ofertas electorales" (Idem). Por ello, debe constituir una instancia para la incorporación de la población al desarrollo nacional, una posibilidad para generar su propia inteligencia o para que mejoren sus condiciones de vida, a p artir de la capacitación y el aporte de conocimientos, necesarios para el desarrollo social y económico (Morgan, 1985:21). Es por ello que se ha considerado que la biblioteca pública debe ser apoyada e impulsada por el Estado. Su intervención en la promoción e impulso de un sistema bibliotecario eficiente, debe ser una obligación ineludible, pero resulta interesante analizar por qué esto no es así y en su lugar las bibliotecas se mantienen al margen de las políticas es tatales. Gramsci(1984:141) justifica la intervención del Estado en este tipo de servicios, cuando asegura que:
El teatro, las bibliotecas, las distintas clases de museos, las pinacotecas, los jardines zoológicos y botánicos, etc., no pueden abandonarse a la iniciativa privada sino que en una sociedad moderna deben ser asegurados por el Estado y por los entes locales (comunas y provincias). Son instituciones consideradas de utilidad para la instrucción y la cultura públicas, tal como son considerados en muchos estados, las que no podrían ser accesibles al público sin una intervención estatal.
Aunque Gramsci vivió en una época con condiciones sociales y políticas muy diferentes a las actuales, sus ideas son pertinentes y mantienen su vigencia, en tanto que aclaran y justifican la participación del Estado en este tipo de actividades, que de otra manera, no existirían en nuestro medio.

Por otro lado, como producto del Seminario Regional sobre Bibliotecas Públicas Rurales en América Latina y el Caribe (Cajamarca, Perú, del 21 al 25 octubre, 1985) ("Acuerdo...", 1985:97), se emitió una declaración, que estableció que:

Las bibliotecas públicas rurales de América Latina y el Caribe ofrecen a los pueblos servicios de información y difusión cultural, y por ello deben ser considerados por sus respectivos Gobiernos, como elementos integrados a los Planes Nacionales de Desarrollo, que requieren de efectivo apoyo económico, político y técnico normativo del Estado.
Realmente la biblioteca publica, si no es promovida por el Estado, posiblemente no existiría ni siquiera lo que tenemos hoy en nuestros países, al no constituir una necesidad básica para nuestra población. Así lo afirma Gaines (1985:58), quien analiza la prioridad política que significa la biblioteca en el mundo actual, donde la corriente neoliberal ti ende a trasladar todos los servicios al sector privado. Según Gaines, los políticos no creen que la biblioteca sea esencial para la sociedad moderna, pues "la ven como una cosa marginal u opcional. Y por lo tanto, cuando tienen que escoger para ahorrar dinero, ellos tratan de pellizcar la biblioteca". Esta posición debe ser analizada desde la perspectiva de la teoría del Estado, y para ello es importante revisar, en primer lugar, la concepción de Estado que se utiliza en este estudio.

Según Gramsci (1977:95 96):

El Estado es todo el complejo de actividades prácticas y teóricas con las cuales la clase dirigente no solo justifica y mantiene su dominio, sino también logra obtener el consenso activo de los gobernados.
Esta definición se acerca mucho a la forma como se percibe el Estado en Costa Rica,2 donde impera el consenso sobre otras formas de dominio y se da un juego democrático que legitima y sostiene el poder de los grupos dirigentes, que en este caso son diversos. De esta manera el Estado, por medio de sus políticas, impulsa una serie de acciones que favorecerán a los sectores dominantes que mantienen el poder; así, incluirá en ellas explícitamente o noaquellos asuntos que considera prioritarios.

Sin embargo, no todo es homogéneo en él; existen contradicciones en el seno del Estado, las que según Poulantzas (1986:159) se generan en las contradicciones de clase, las cuales "constituyen el Estado, están presentes en su armazón material, y estructura así como en su organización: la política del Estado es el efecto de su funcionamiento e n el seno del Estado". Para este autor, el juego o la existencia de estas contradicciones en la materialidad del Estado es el que hace posible su papel de organización (Ibid:160). El mismo asegura que esta situación pareciera paradójica, pero en realidad explica la causa de que existan dentro del Estado múltiples posiciones y una política que al fin de cuentas e s el producto de esas contradicciones. De esta manera, la política del Estado aparece difusa o contradictoria a veces, o parece no existir del todo; sin embargo, es necesario aclarar que las políticas estatales existen, aun cuando éstas no sean claramente explícitas. En palabras del autor (Ibid.:162) se dice que:

La política del Estado se establece aquí por un proceso efectivo de contradicciones interestatales, y precisamente por esto a un primer nivel y a corto plazo, desde el punto de vista, en suma, de la fisiología micropolítica, esa política aparece prodigiosamente incoherente y caótica.3 Aunque una cierta coherencia se establezca al final del Proceso, el pap el de la organización que corresponde al Estado está muy marcado por límites estructurales. Estos muestran, en partícular, el carácter ilusorio de las concepciones de un capitalismo actual "organizado". Es decir, que haya logrado superar sus contradicciones por mediación del Estado: ilusiones que coinciden con las referentes a las posibilidades efectivas de una planificación capitalista.
Lo anterior expone cómo el Estado capitalista es capaz de manejar esas contradicciones, para expresarlas en sus políticas. Esta situación es explicable debido a la dominación que el Estado ejerce sobre las clases subalternas, y éstas generalmente no tienen la capacidad para liberarse de esa dominación, pero luchan o negocian hasta obtener el consenso. Las contradicciones entre el discurso y la práctica están presentes; dado que según Offe (1984), el discurso idealista es necesario para lograr la legitimación democrática, la cual es una condición necesaria para que las clases subalternas asuman las políticas estatales como suyas.

Ramírez Boza (1986:16) refuerza esta posición al aclarar cómo se definen las políticas, donde los grupos de presión juegan un papel preponderante: Las políticas estatales son el resultado de la prevalencia de proyectos que hacen compatible la dominación y el consenso. Así, por una parte tales políticas son el vehículo de proyectos que desarrollan los intereses globales de la clase dominante impulsados por la fracción hegemónica, pero por otra parte dichas políticas incorporan tambi&eac ute;n intereses de las clases antagónicas en aras del consenso necesario para la explotación. Ello justifica entonces que la organización de los grupos subalternos sea sumamente importante al definir las políticas y tomar decisiones. En el caso que nos ocupa, este juego es muy importante para comprender por qué no siempre las decisiones favorecen a un solo grupo sea éste dominante o subalterno sino que éstas se distribuyen, según la importancia política que tenga el momento o el grupo que esté presionando por determinada acción. De aquí que es fundamental la existencia y actuación de los grupos organizados alrededor de las bibliotecas públicas.4 Por otro lado, para Poulantzas, la dominación no solo se ejerce por la represión o los aparatos represivos del Estado (como el ejército, la policía, las leyes) sino que también es posible ejercerla por consenso como se expuso anteriormente.

En este sentido, se introduce un elemento muy importante para este estudio: el de la ideología, que según Poulantzas (Ibid.:27) "legitima la violencia y contribuye a organizar un consenso de ciertas clases y fracciones dominadas respecto al poder politico". Este aspecto se torna muy importante para analizar la situación latinoamericana con respecto a la biblioteca públ ica, pues en la mayoría de los países de la región existe una democracia liberal, donde la dominación de la clase en el poder se logra a través de los aparatos ideológicos del Estado, y en ciertas ocasiones, también por otros medios represivos. Con esa orientación, se asume aquí la posición de Poulantzas, cuando dice que el Estado a través de la ideología no solo engaña o mantiene un discurso irreal, sino que también asume una serie de medidas positivas para las clases subalternas que las hacen mantenerse satisfechas con el estado de cosas imperante (Ibid.:31).

Es así como se puede explicar que, a la par de la intervención del Estado en la creación de bibliotecas públicas como un servicio que beneficia al pueblo se presenta también la constricción presupuestaria para ellas o el impulso de los medios masivos de comunicación que mediatizan los efectos que podrían lograr las bibliotecas, por medio d e la lectura libre. Sin embargo, se ha entendido a través de los tiempos que la biblioteca pública es una institución neutra, que no tiene ninguna relación con los medios de control que utiliza el Estado. Esta creencia no ha sido explorada como tal hasta en tiempos muy recientes, pues la literatura existente demuestra que el tema había estado intacto hasta la década de los o chenta (véase los trabajos de Birdsall (1988), Macedo (1986) o Rabello (1987). En este campo, el tema ha sido discutido en países como Brasil o Estados Unidos, donde se ha concluido que la biblioteca no puede ser una institución neutral y, por ende, el bibliotecario ha de estar muy consciente de su papel en una institución que podría ejercer un control ideol&oac ute;gico. Vergueiro (1988:212) afirma que si se le ha insistido al bibliotecario que ésta es una profesión neutra, ha sido como "una manera de utilizar a los bibliotecarios, bibliotecas y centros de documentación como armas de control para después afirmar que estos no tienen absolutamente nada que ver con eso".

Por ello es que se han desarrollado varias experiencias, donde la biblioteca pública participa en la educación popular o como elemento de la corriente liberal como en Estados Unidos ofreciendo los materiales necesarios para la autoeducación. Esta concepción no puede ser neutral, en tanto que tiene objetivos definidos como son el logro de una mayor participació n del pueblo en la solución de los problemas de la comunidad, o la toma de conciencia sobre esos problemas; consecuentemente, la biblioteca pública puede ser considerada como una institución ideológica más del Estado.

CONCLUSION

Se concluye entonces que la biblioteca pública es una institución del Estado, y por lo tanto promovida y sostenida por él. Cumple un papel de servicio a la población pero sus posibles efectos son mediatizados con la intervención de poderosos medios masivos de comunicación, los cuales son también aparatos ideológicos del Estado que coadyuvan a mantener una estructura de poder determinada. La biblioteca pública ha de ser un agente de cambio y no una entidad inerte, como ha sucedido en la mayoría de los países en desarrollo. Pero esta inmovilidad ha sido promovida por el mismo Estado, pues la biblioteca no es una institución que le interese como mecanismo de legitimación o ente productivo. Para ello, la educación y los medios masivos de comu nicación son mucho más eficientes y por ello han sido considerados prioritarios.

BIBLIOGRAFIA

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Vergueiro, Waldoniero de Castro S. "Bibliotecário e mudança social: por un bibliotecário do lado do povo". Revista de Biblioteconomia de Brasília 16(2):207 215, jul dic, 1988.

NOTAS

1. Esta Declaración fue suscrita por varios países latinoamericanos en la "Reunión regional sobre el estado actual y las estrategias para el desarrollo de servicios de bibliotecas públicas en América Latina y el Caribe", celebrada en Caracas, Venezuela, del 25 al 29 de octubre de 1982.

2. El caso de Costa Rica se pone como ejemplo por ser el más conocido por la autora. Aquí impera un Estado democrático burgués, donde no existe un ejército formal, por lo que se practica más el consenso que la represión, como forma de dominio.

3. El subrayado es de la autora.

4. En Costa Rica se ha demostrado el peso tan importante que tienen estos grupos organizados, comparando la influencia que ejercen para la promoción de otras instituciones (como los centros infantiles o la plaza de fútbol) y de las bibliotecas (véase Córdoba, 1992).