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60th IFLA General Conference - Conference Proceedings - August 21-27, 1994

Los Edificios para Bibliotecas en Cuba

Sara Escobar Carballal


ABSTRACT

Se presenta la situación de la construcción de edificios para bibliotecas en Cuba en distintas épocas. Se subraya la construcción de aquellas amparadas por el Convenio firmado entre los Ministerios de Cultura y de la Industria Azucarera. Se expone la amplia experiencia cubana en la adaptación de distintos tipos de construcciones para su utilización como bibliotecas.


PAPER

El desarrollo de las bibliotecas en Cuba está enmarcado en tres etapas. La primera se corresponde con los siglos XVIII y XIX durante la dominación colonial; la segunda comienza a principios de este siglo con la instauración de la República Mediatizada y culmina con el triunfo revolucionario, el cual marca el inicio de un verdadero desarrollo bibliotecario en el pa&iac ute;s.

En el siglo XVIII eran muy pocos los pobladores de la Isla que tenían acceso a la cultura, y la actividad intelectual del país era muy pobre, pero comienzan a darse los primeros pasos en este sentido. En el primer cuarto de siglo se introduce la imprenta en la Isla y en 1728 se funda la Universidad Pontificia de San Jerónimo de La Habana, que contaría con una peque&nt ilde;a biblioteca para el servicio del estudiantado. En la segunda parte de este siglo se acelera la riqueza económica de la Isla por el alza de los precios del azúcar en Europa, lo que coadyuvó al desarrollo científico-cultural.

Es en el transcurso de esta época que la asociación de un grupo de ilustres cubanos funda la Sociedad Económica de Amigos del País. Como producto de este impulso que reciben la ciencia y la cultura y como una de sus primeras actividades esta asociación crea la primera biblioteca pública de la Isla, que sería ubicada a principios del siglo XIX en el Convento de Santo Domingo, lugar donde radicaba la Universidad de La Habana. Esta, al igual que otras instituciones bibliotecarias que se crearon a lo largo de este siglo en la capital del país y en otras provincias, sufrieron frecuentes traslados para locales donde no contaban con las condiciones idóneas para desarrollar el trabajo bibliotecario.

Con el advenimiento de la República se crea la Biblioteca Nacional que sufre en la primera mitad del siglo las mismas limitaciones materiales y cambios de ubicación en locales inadecuados.

En noviembre de 1937 se inaugura el edificio de la Biblioteca Central de la Universidad de La Habana construido con determinadas condiciones técnicas y con una ubicación adecuada en la colina universitaria para servir a los fines para los cuales fue creada. Para el 155 aniversario de la fundación, en 1948, se inaugura el edificio de la Biblioteca de la Sociedad Económica Amigos del País ubicado en un lugar apropiado en el centro de la ciudad, en una amplia avenida y en una zona de poco bullicio, cuenta además con condiciones idóneas para su trabajo. Entre estas podemos señalar su torre de almacenamiento, la s amplias y ventiladas áreas de lectura y su salón de actos.

En esta etapa surgen algunas bibliotecas en municipios, provincias, instituciones y asociaciones a lo largo del país. Pero la poca atención que las autoridades le brindan no permiten que cuenten con locales adecuados para su trabajo.

Por iniciativas personales se construyen dos edificios para estos fines. En primer lugar, el construido por Emilio Bacardí Moreau y Elvira Cape de Bacardí en su ciudad Santiago de Cuba, para cumplir con los fines de Museo y bibliotecas de la ciudad.

Otro caso es el edificio construido para la biblioteca pública Ramón Guiteras de Matanzas, el cual se financió por el legado de la señorita Gertrudis Guiteras Wardroele que dejó encargado al Industrial National Bank de la construcción y mantenimiento financiero de una biblioteca que llevara el nombre de su padre en la ciudad de Matanzas, cuna de sus antep asados. Esta biblioteca fue construida por un arquitecto de la ciudad con la asesoría técnica de un bibliotecario norteamericano, cuenta con tres plantas y una capacidad para 50 000 volúmenes.

El Director Municipal de La Habana ubicada en un local en la calle Neptuno, fue el promotor de la creación de bibliotecas sucursales en barrios de la ciudad. Con este objetivo se logró la construcción de dos pequeños locales en los parques de las barriadas de Santo Suárez y Cerro, las cuales se dotaron de una colección de libros y se atendieron por un es tacionario en horarios limitados.

En el Capitolio, edificio monumental construido como sede del Parlamento Nacional, se ubicó además de la Biblioteca del Congreso existente, una biblioteca pública de 7000 ejemplares.

El 21 de febrero de 1958 se inaugura el nuevo edificio de la Biblioteca Nacional José Martí en la Plaza de la República, hoy llamada Plaza de la Revolución. Los arquitectos Govantes y Cabarrocas, que tuvieron a su cargo también la construcción del edificio de la Biblioteca de la Sociedad Económica Amigos del País, concibieron un proyecto pa ra un edificio de estilo moderno de gran armonía y belleza, a la vez que eminentemente funcional. El edificio consta de basamento, dos plantas y la torre.

El desnivel del terreno donde se levanta la obra permitió darle al basamento por su fachada posterior, una entrada para el público que acude a dependencias con servicios propios, sin molestar a los lectores de pisos superiores.

Son de destacar por su belleza el vitral que representa a Minerva rodeada de los signos del Zodíaco y la cúpula de doce metros de diámetro con lucernario donde aparece representada la universalidad de los conocimientos humanos con figuras alusivas a las artes y ciencias, ambos ejecutados por la Galería Labouret de París.

Las paredes están revestidas de mármoles cubanos de colores. El área total de edificio es de 22 300 m2 de superficie y fue construido a un costo de dos millones ochocientos mil pesos. No fue hasta el triunfo revolucionario, sin embargo, que este bello edificio cobró vida y se llenó de actividad.

La dirección de la institución en esta etapa se esforzó no solo por llenar las áreas de esta institución con un público ávido de cultura, sino por desarrollar también un movimiento bibliotecario intenso en todo el país.

La actividad emprendida para dotar a todas las comunidades de su biblioteca pública se desenvolvió en varias direcciones y en diferentes formas. Las dificultades con que ha contado el país en toda esta etapa no han permitido construir edificios para todas las instituciones que era necesario crear, por lo que se empleó en muchos casos la adaptación de edificios que cumplían otros fines no tan necesarios para la comunidad.

En primer lugar se crearon bibliotecas en todas las cabeceras de provincia, donde no existieran y dotar de un edificio, mobiliario y colecciones adecuadas a las instituciones bibliotecarias existentes. Para ello se destinaron los mejores edificios de las capitales de las provincias, así como en los municipios más importantes. En la mayoría de los casos se tomaron los edific ios de las sociedades privadas que se extinguieron con los cambios sociales que se operaron.

La Biblioteca Martí de la Provincia de Villa Clara se ubicó en el edificio del Gobierno Provincial. En el caso de la centenaria biblioteca de Matanzas esta se ubicó en el antiguo casino español, frente a la Biblioteca Guiteras, la cual por haber dejado de recibir el financiamiento dispuesto por el testamento de la señorita Guiteras, se integró a la Bibli oteca Provincial con las salas de juvenil, infantil, arte y música, a pesar de continuar con el nombre del ilustre matancero, según fue el deseo de la benefactora.

La Biblioteca de Santiago de Cuba que asumió el nombre de su fundadora, la señora Elvira Cape, se trasladó para el edificio de la colonia española, quedando el anterior edificio solo para el museo que conserva el nombre de Emilio Bacardí.

En estos, como en los casos de otras provincias y municipios, los edificios fueron reconstruidos y adaptados a las nuevas funciones que se asumirían, utilizando en la mayor medida posible la luz y ventilación natural.

Otro impulso al incremento de las bibliotecas se llevó a cabo una vez creado el Ministerio de Cultura y los Poderes Populares con el movimiento por las diez instituciones culturales básicas de la comunidad. Entre estas está contemplada la biblioteca. Los gobiernos de los 165 municipios del país se dieron a la tarea de completar las instituciones culturales imprescind ibles para el trabajo cultural en la comunidad, en la mayoría de los casos se utilizó también la vía de adaptación de locales.

En los primeros años de esta etapa se construyeron dos bibliotecas importantes. El municipio de Marianao de Ciudad de La Habana hizo un concurso para seleccionar el proyecto de edificio para su biblioteca municipal. El diploma de dos estudiantes de la Facultad de Arquitectura, fue el proyecto ganador del Concurso, el cual se llevó a cabo con la creación de una biblioteca, c on una buena utilización de la luz y ventilación natural, y los espacios y condiciones ambientales muy agradables.

En el edificio del Ministerio de Hacienda que se construía con anterioridad al triunfo revolucionario, se destinó gran parte de la planta baja para la biblioteca de los organismos que a la vez servía como biblioteca pública. Esta biblioteca, hoy convertida en biblioteca provincial de Ciudad de La Habana, cuenta con amplias salas en la parte del edificio que da para la calle, con amplios ventanales de cristal. En la parte central están las oficinas y cubículos para uso del público y a un nivel inferior los almacenes. Esta institución contaba con importantes colecciones de Música y Hemeroteca que se perdieron por haberse limitado el área por el organismo que se ubicó en él una vez desaparecido el Ministe rio de Hacienda. En fecha posterior, en la década del 80, el Gobierno del Municipio de Moa, Provincia de Holguín, que cuenta con una importante industria metalúrgica, decidió construir el edificio para una amplia biblioteca que diera servicios a una población de la cual se requería lograr un desarrollo científico, técnico y cultural superio r en un breve espacio de tiempo y para los técnicos extranjeros que laboraban en la industria.

El convenio Minaz-Cultura se estableció con el fin de dotar a cada uno de los "bateyes" de los centrales azucareros de una biblioteca. Por medio de este convenio el Ministerio de la Industria Azucarera se comprometía a construir o adaptar un local para la biblioteca y dotarla del mobiliario adecuado y la dirección de bibliotecas del Ministerio de Cultura sería la enca rgada de suministrar las colecciones de libros y otros documentos y de formar y asignar el personal imprescindible para su funcionamiento.

Ante la dificultad de que en la mayoría de estos pequeños pueblos no existían locales con condiciones para estos fines, se confeccionó un proyecto que fue distribuido a todo el país para su utilización en la construcción de estas instalaciones. El primer proyecto elaborado consistía en una amplia sala en forma de nave, con servicios sanitari os de hombres y mujeres y una oficina. Al final y dividido solo por anaqueles se encontraba el área para niños y jóvenes. A partir de la experiencia se elaboraron otros dos proyectos en los que fueron mejorándose las condiciones.

Aunque el área de construcción aproximada es de 182 m2 en el tercer proyecto (1981) las últimas bibliotecas construidas han ampliado estas y se han ido perfeccionando los detalles permitiendo que se logren bellísimas instalaciones, que a la vez son muy funcionales. En las ampliaciones se ha tenido en cuenta la creación de Salas de Ciencia y Técnica para dar servicios especiales a los profesionales y técnicos de la industria azucarera. En bateyes situados en zonas distantes se ha contemplado en la ampliación del proyecto una habitación para el técnico bibliotecario que labora en ellas en la etapa de servicio social. Estos proyectos han sido utilizados también para la creación de bibliotecas en peque&ntil de;as comunidades del país.

Otra prioridad del gobierno revolucionario ha sido la atención a los habitantes de lo que llamamos el "Plan Turquino", o sea las zonas de montañas. Las primeras instituciones culturales que estas comunidades tuvieron fueron las bibliotecarias. En casi todos los casos estas bibliotecas se han ido adaptando en locales que no tenían las más mínimas condiciones pa ra esto. Nos referiremos solo a dos bibliotecas como ejemplo de esto. En el Caney de las Mercedes, una joven técnica bibliotecaria en su servicio social dirigió los trabajos de reconstrucción y adaptación para bibliotecas de una antigua fábrica de embutidos. Un tostadero de café sirvió de base para la creación de una biblioteca en Oro de Guisa, en lo más intrincado de la Sierra Maestra. Esta biblioteca, que ya pronto tendrá 30 años de existencia, se ha convertido en un símbolo por su activo quehacer bibliotecario.

El majestuoso edificio del Capitolio Nacional, se convirtió con el triunfo de la Revolución en la sede de la Academia de Ciencias, hoy convertida en Ministerio. Dentro de él funcionaban la Biblioteca Nacional de Ciencia y Técnica, así como otras instituciones de carácter profesional que forman parte del Instituto de Documentación e Informaci&oacut e;n Científico-Técnica.